Dos tenedores: hora de los sanitarios
En estilo naif, como trazado por un niño, lo que podría ser el anagrama de los restaurantes: sobre fondo blanco, un círculo azul eléctrico que contiene los contornos, blancos de nuevo, de un plato con servilleta doblada en triángulo, cuchara a la derecha, y tenedor y cuchillo a su izquierda.
El polifónico desfile de tacones, suelas de goma y sonoras cámaras de aire, se desplaza por el piso del comedor.
Una nube heterogénea de densos olores envuelve al multicolor grupo. Peinados voluminosos, cardados, cabellos lacios, pegados a las mejillas, y cabellos rizados, negro azabache, platino, caoba, oleosos, sin brillo
Oscura tierra de Egipto, negro petróleo, escandaloso carmín, sobre las ojeras, las pestañas, los párpados, los labios de rostros cuarentones.
Tejidos vaporosos, brillantes, metálicos, invaden el aire, la piel, los ojos.
Se sitúan en el centro del local, como una masa compacta.
Al alcance del inalterable clan, dos pequeños regueros de personas se bifurcan estrechas como el agua que asciende por las paredes.
Cruce de miradas de agrandados ojos con la camarera que ladea levemente su cabeza.
Los sanitarios toman asiento.
En su mesa, desquiciadas carcajadas. Risas desenfrenadas por el muerto y el excremento. Debate sobre la mucosa y la transpiración. Comen afanosamente.
En la única otra mesa ocupada, una náusea ahogada tras la servilleta.
El polifónico desfile de tacones, suelas de goma y sonoras cámaras de aire, se desplaza por el piso del comedor.
Una nube heterogénea de densos olores envuelve al multicolor grupo. Peinados voluminosos, cardados, cabellos lacios, pegados a las mejillas, y cabellos rizados, negro azabache, platino, caoba, oleosos, sin brillo
Oscura tierra de Egipto, negro petróleo, escandaloso carmín, sobre las ojeras, las pestañas, los párpados, los labios de rostros cuarentones.
Tejidos vaporosos, brillantes, metálicos, invaden el aire, la piel, los ojos.
Se sitúan en el centro del local, como una masa compacta.
Al alcance del inalterable clan, dos pequeños regueros de personas se bifurcan estrechas como el agua que asciende por las paredes.
Cruce de miradas de agrandados ojos con la camarera que ladea levemente su cabeza.
Los sanitarios toman asiento.
En su mesa, desquiciadas carcajadas. Risas desenfrenadas por el muerto y el excremento. Debate sobre la mucosa y la transpiración. Comen afanosamente.
En la única otra mesa ocupada, una náusea ahogada tras la servilleta.
11 comentarios
Bohemia -
Hermione -
Bohemia -
Hermione -
Va a haber que aclarar eso del bromeo con los muertos. No consiste en "deshonrar" el cuerpo del muerto como si fuera un objeto, comiendo o saltándolo por encima, o sirviéndose de él para la mofa (desde el punto de vista de esta cultura).
Se trata de reirse de la dificultad, lo no solemne, los contratiempos que suceden naturalmente, y de los que solemos reirnos en cualquier otra circunstancia de la vida, salvo en esa.
:)
Anónimo -
Pero fui cambiando y procuro vestirme de frío, no siempre lo consigo aunque ya nadie golosee mis papitas. Pero con la muerte no puedo evitar sentir cosas, muchas.
Una vez estuve sosteniendo la quijada de una anciana muerta pues su hija no quería que se le quedara abierta, luché contra lo que me provocaba estar ahí, sintiendo esa piel increíblemente helada, de alguien que conocía y de quién podía escuchar el timbre de su voz. No me sentí mal pero un rato más tarde tuve sangramientos. De alguna manera podemos controlar gestos, pero somos seres vivos que reaccionamos ante sentimientos ajenos.
Entiendo que lidiando con muertes, heridas, etc. lo mejor es no sensibilizarse demasiado pero irrespetar comiendo encima de ellos o haciendo bromas, me parece demasiado grotesco e inhumano.
Nere -
Un Beso
Hermione -
Bromear con la muerte, para quienes la muerte es un proceso tan habitual como lo es para otros atender a un cliente, entrevistar a alguien, defender a un acusado..., no supone ninguna herejía.
Pero esta rutina no impide sentir el dolor de la muerte de sus allegados, ni hacerse cargo del sufrimiento por las pérdidas ajenas ni reduce la capacidad de "tener tacto".
Creo que la familiaridad con lo más incontroladamente decadente del cuerpo humano, aporta una visión objetiva o más amplia.
Anécdotas divertidas sobre la curiosa forma de morir, la postura, dificultades de preparación del cadáver, vaivenes del féretro son detalles y son realidades, situaciones cómicas aisladas del dolor.
Gatopardo -
Yo no bromeo con la muerte nunca; pero ella lleva de cachondeito fino conmigo la tira de años. Sin ningún respeto por mí.
Hermione -
Lo cierto es que nunca he sufrido de aprensión por las conversaciones escatológicas durante una comida.
Será que no tengo imaginación.
En cuanto a la sensibilidad, o el respeto ante la muerte, siempre me llamó la atención ese dicho de "el muerto al hoyo, y el vivo al bollo"...
Gatopardo -
jjjjjjjjjjjj
Gatopardo -
Si el relato es referente a una operación, prima el interés científico y no me pone mal cuerpo, ya ves... Pero cuesta encontrar gente con mi sensibilidad, lo sé...;)