Ejercicio preparatorio al fin de fiesta
¡Qué bien estaría que pensar en la muerte no fuera un “corta-pedos”!
Me gustaría que el final inminente no tuviera más transcendencia que una cita fallida y no posponible, que un proyecto fracasado, que un deseo frustrado. Sin secuelas emocionales. Simples contratiempos aunque insalvables. Quiero mentalizarme de que no pasa nada. Morir no es grave, es definitivo.
No quiero dejarme llevar por la alarma social del trauma de la falta de algo de tí (aunque fuera la de algo tan incómodo como la menstruación), por el pánico a sufrir dolor.
Se puede aguantar un dolor sostenido, se pueden soportar las embestidas de los dolores punzantes, cabe ser capaz de contemplar la aguja atravesando la piel y la carne, llenarse la jeringa de sangre o vaciarse de alguna sustancia curativa. El cuerpo y el resentimiento se acomodan a la pérdida de un disfrute.
Necesito la misma mentalidad desmitificadora; de la vida, de la muerte, de la salud, el dolor, el sufrimiento, el abandono, el odio, el amor, la utilización...
Es paralizante un entorno de plañideros absurdos que se centran en tu morir, en tu dolor, tu mala suerte biográfica, tu no futuro, las paradojas o profecías de tu pasado... tu ser, reanalizado, reinterpretado.
Y a uno le tienta fantasear con ser un cadáver insigne para alguien, para la historia, para sí mismo.
Un muerto; que es él o lo soy yo. El fin del ciclo, sin más. Como aquello de “las cucarachas (salvando las distancias, deseo) nacen, crecen, se reproducen y mueren”. Igual de asimilable.
Uno no puede ya calzar aquellos zapatos del 27 (talla), y lo traga. Uno deja de pagar medio billete de autobús, y lo lleva bien. Y uno... “se llamaba”, ya ni siquiera se da cuenta de ese “aba” y ni lo puede echar de menos. No pasa nada.
Ciertamente, nos obsesionamos en exceso por lo que es inevitable, previsible y natural.
Quiero grabarme este básico pensamiento: “Desapareceré, desaparecerá”
8 comentarios
Hermione -
Me das la idea de que hay más cultura de la aceptación de la muerte ajena, más "espíritu de resignación", que de la propia muerte.
Decimos frases del estilo a "lo peor es para los que quedan", desviando la observación del duelo por los otros muertos. No contemplamos la posibilidad cercana de nuestro fin. No nos ponemos en situación y, si se da el caso, el pánico es desmedido. Y es inútil sentirlo (por inevitable) y absurdo (por sabido).
Supongo que sólo crecer viviendo y aludiendo a la muerte, puede dar naturalidad y desdramatización a subir al Narayama a esperar a ser abrazado por los lobos y la muerte.
Le Mosquito -
Me asusta la manera en que a veces se suceden los acontecimientos. Hace pocos días que se fue (que se murió) y ahora me encuentro artículos "parecidos" de blog en blog, y muero porque me toca.
Si no yo no fuese ateo, esto me daría que pensar. Como soy ateo, seguiré pensaando en esto que has escrito, y en cuyo transcurso encuentro muchas coincidencias vitaales; y mortales.
Ana* -
Hermione -
¡A ver si tengo suerte y me sale ese día...! ;P
Ana* -
Hermione -
Pero, y así ¿no te da pena llegar a meta?
Ana* -
Hermione -
Pero, en general, creo que, si alguien se empeña en "hacerme honores" después de muerta y en escribir algo en la piedra, que sea eso: "Se llamaba"